martes, 19 de mayo de 2009

Yo escribo


Aquí mi espacio, y sólo mío, pero quiero compartirlo con todos ustedes.
Creo que llegó el momento para dejar salir lo mejor de mí, y entonces escribo, entonces sólo me dejo llevar por el suave roce que experimenta mi lápiz dejando caer su tinta sobre la hoja, la que silenciosa espera las palabras perfectas para delatar ante todos ustedes.
Abro mi mano después de mi mente que se inspiró en algún palpitar de mi corazón; la vida de qué valdría si no encontrara cómo expresar y sacar de mí lo que suelo callar, ya que aprendizajes, pensamientos, sentimientos o emociones son tan valioso que no los puedo ocultar del mundo que espera alrededor.
Escribo para llorar y reír, para capturar en papel mi preciso momento, la fotografía de mi cerebro, el retrato exacto de mi pensamiento, el impulso que mi creatividad encontró.

Qué valioso tesoro encuentro en una hoja amarillenta marchitada por el reloj, palabras casi olvidadas, letras que vuelven para recordarme que en algún momento escribí un texto, y hoy me revela secretos escondidos en el tiempo.
Una carta o una nota, una canción, un cuento, un poema, un ensayo.
Escribo como una revelación de mi alma y activismo de mi espíritu, o como la simple inspiración que cayó del cielo mientras se escondió el sol. Yo escribo, ¿y tú?
Tal vez te ocultas, o simplemente la inspiración que enciende todo tu ser no viene de regalo con el crepúsculo, pero no cabe duda que detrás de la tristeza, la impotencia, el amor o la alegría, el lápiz espera intacto, queriendo ser el cable a tierra que quizás conecte tu ser interno con el mundo.

Mariel Vidal

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